Este es mi pecado, ¿cuál es el tuyo? Mi pecado eres tú.
Mi destino ya estaba sellado contigo, y el corazón te entregué.
Y aunque el mundo intentó separar los caminos, nunca olvidé.
Tus caricias marcaron mi piel y tu voz mi corazón.
En tus brazos el cielo encontré y en tus ojos la fe.
Eres tú, sólo tú, la razón por la que viviré.

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